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Author Topic: Fr. Paul Robinson defends SSPX union with Rome  (Read 1199 times)

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Offline Matthew

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Fr. Paul Robinson defends SSPX union with Rome
« on: June 24, 2017, 04:18:16 PM »
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  • Fr. Paul Robinson, SSPX writes a paper about whether Pope Francis has to have "the faith of a traditionalist" before the SSPX could accept canonical recognition from him.

    Sorry I can't translate the whole thing now, but I still wanted to post it.
    A) There's always Google Translate
    B) Some people out there can read Spanish -- perhaps one could even translate this
    C) It's nice to keep in the back of your mind the cliffs notes version of what's going on, including the main players and what they're doing.

    Fr. Paul Robinson is from Kentucky, and was in the year ahead of me. So he was "Class of 2006". He began his 4th year when Fr. Le Roux took over the Seminary.



    LA UNIDAD DE FE CON EL PAPA FRANCISCO Y EL RECONOCIMIENTO CANÓNICO DE LA FSSPX
    FUENTE (comentarios en color rojo añadidos por NP)

    En este artículo, publicado con el permiso de la Casa General de la FSSPX en Menzingen, el P. Paul Robinson aborda la cuestión de si el Papa debe tener la fe de un tradicionalista [nótese esta expresión “la fe de un tradicionalista”. Esta es -simplemente- la fe católica] para que sea correcto para la FSSPX recibir de él el reconocimiento canónico.

    Introducción

    En el debate acerca de si la FSSPX debe aceptar una prelatura personal del pontificado del Papa Francisco, algunos han opinado que la FSSPX no debería considerar si el reconocimiento canónico es oportuno o prudente; sino que más bien, la verdadera pregunta que debería ser planteada es si la FSSPX y el Papa Francisco comparten la misma finalidad y tienen la misma fe. De ser así, entonces y sólo entonces podría ser correcto en principio, permitiéndonos discernir si también es prudente.

    La posición implícita de aquellos que expresan esta opinión, es que el Papa Francisco no tiene la misma fe o la misma finalidad de la FSSPX, y por lo tanto sería en principio un error aceptar el reconocimiento canónico bajo el pontificado del Papa Francisco. No solo eso, sería ilógico, pues “establecer unidad legal sin unidad real sería… contradictorio”.

    Este artículo tratará de mostrar que, en principio, no es un error aceptar el reconocimiento canónico de un Papa modernista, y también tratar de determinar un criterio por el cual se puede determinar el grado en que la colaboración con un Papa modernista es aceptable. Este artículo no considerará si es prudente, en las circunstancias actuales, aceptar la prelatura personal del Papa Francisco por parte de la FSSPX.

    La Historia de la FSSPX

    El primer hecho a destacar acerca de la posición mencionada es que va en contra del espíritu que anima toda la historia de la FSSPX. Hagamos una breve reseña de esa historia para ver que tal es el caso.

    No parece muy difícil establecer que el Papa Paulo VI tenía fuertes tendencias modernistas. Aun así la FSSPX fue erigida canónicamente bajo el pontificado de Paulo VI y fue reconocida como pía unión desde 1970 a 1975. Así, por lo menos en la mente del Arzobispo, no puede estar mal, en todas las circunstancias, el colaborar con un Papa modernista al grado de tener una estructura canónica bajo su autoridad. [El P. Robinson no toma en cuenta que en 1970, año de la fundación de la FSSPX, la Iglesia recién empezaba a sumergirse en las tinieblas de la espantosa crisis inaugurada con el concilio Vaticano II. A medida que se producían los cambios y a medida que se consolidaba y se acentuaba más y más el proceso de autodemolición en la Iglesia, Monseñor Lefebvre iba endureciendo, progresivamente también, su postura ante la Roma ocupada por los herejes modernistas]

    Los acontecimientos que llevaron a 1988 son tal vez los más ilustrativos en este sentido. Cuando se entiende que Monseñor Lefebvre estaba esperando señales de que debía consagrar obispos y que después de recibir dos de esas señales bajo la forma de escándalos modernistas por parte de Roma, fue entonces a Roma buscando un reconocimiento canónico; uno debería sacar el principio general: los escándalos modernistas, por sí mismos, no son un obstáculo para recibir el reconocimiento canónico de manos de los que perpetraron esos escándalos. [Si el P. Robinson tiene razón, Mons. Lefebvre se equivocó cuando escribió esto al final de su vida y como conclusión de lo relativo al tema de las relaciones con Roma: Los sacerdotes que quieren permanecer católicos, tienen el estricto deber de separarse de la iglesia conciliar, hasta que ella redescubra la Tradición de la Iglesia y la Fe católica. (Mons. Lefebvre en “Itinerario Espiritual”, que es el último libro de Monseñor y, por eso, la manifestación de su última y definitiva voluntad). Noten, a propósito, que la expresión “iglesia conciliar” no figura nunca en este texto acuerdista de la FSSPX. También se equivocó el capítulo general del 2006: "Los contactos que mantiene la Fraternidad esporádicamente con las autoridades romanas tienen como único objeto ayudarles a que hagan otra vez suya la Tradición, de la que la Iglesia no puede renegar sin perder su identidad, y no para lograr una ventaja para sí misma ni para llegar a un imposible “acuerdo” puramente práctico"

    Al mismo tiempo, el Arzobispo retiró su firma del protocolo que le proveería una estructura canónica, porque perdió confianza en aquellos con los que estaba negociando.[Así que, según el P. Robinson, no fue por motivos doctrinales que Mons. Lefebvre retiró su firma] Una vez que esta dura prueba terminó, se dio cuenta de que un mayor tradicionalismo [nótese la frase engañosa "mayor tradicionalismo". ¿Francisco debe ser calificado como una Papa “de menor tradicionalismo" y Benedicto XVI como "de mayor tradicionalismo" que aquél?] por parte de los romanos -en su doctrina- proveería bases sólidas para la confianza. [Entonces, según este sacerdote acuerdista, de lo que se trata es de “confiar”, no de defender la doctrina, no de combatir por los principios. Se trata de una cuestión de confianza, no de fe]

    Por lo tanto, para él, evaluar la fe del Papa era la base para evaluar la aceptación del reconocimiento canónico, no en cuanto a si es posible, sino más bien a si es prudente. Si se puede confiar en al Papa para permitir a la FSSPX permanecer “como es” y ejercitar su ministerio -la “experiencia de la Tradición”- con suficiente autonomía, entonces el reconocimiento canónico es bueno para la Iglesia y debe ser aceptado. [Luego -conviene insistir en el punto- estas palabras de Mons. Lefebvre no valen nada: Los sacerdotes que quieren permanecer católicos, tienen el estricto deber de separarse de la iglesia conciliar, hasta que ella redescubra la Tradición de la Iglesia y la Fe católica]

    Esta misma línea ha sido seguida por la FSSPX en sus negociaciones con la jerarquía romana en el siglo XXI. La FSSPX nunca ha ido a Roma, pidiendo que el Papa y la jerarquía se conviertan al tradicionalismo antes de que la posibilidad de un reconocimiento canónico sea siquiera considerada. [Entonces la declaración del capítulo general del 2006 es inexplicable: "Los contactos que mantiene la Fraternidad esporádicamente con las autoridades romanas tienen como único objeto ayudarles a que hagan otra vez suya la Tradición, de la que la Iglesia no puede renegar sin perder su identidad, y no para lograr una ventaja para sí misma ni para llegar a un imposible “acuerdo” puramente práctico". Un acuerdo puramente práctico es el que tiene lugar sin que exista acuerdo en lo doctrinal. Ahora bien, para que Roma y la FSSPX estén de acuerdo en lo doctrinal, hay dos posibilidades: o Roma debe abandonar el modernismo y el liberalismo, o la FSSPX debe hacerse liberal y modernista. No existe un posible término medio. ¿Entonces? Nunca se ha pedido una profesión de fe por el Papa, una abjuración de herejía, un syllabus de errores, ni nada parecido. Hacer eso implicaría que la FSSPX es el superior y el Papa el inferior, como si fuera una cuestión de que el Papa recibiera un reconocimiento legal por la FSSPX en lugar de lo contrario. En resumen, esto implicaría un espíritu cismático. [De nuevo este sacerdote liberal y acuerdista pretende tener razón en contra de Mons. Lefebvre: “Suponiendo que de aquí a un tiempo Roma nos llame, nos quiera ver y volver a conversar, en ese caso seré yo quien ponga las condiciones [...] Y plantearé las cuestiones desde el plano doctrinal: "¿Están de acuerdo ustedes con las grandes encíclicas de los grandes papas precedentes? ¿Están de acuerdo con la Quanta Cura de Pío IX, Immortale Dei y Libertas de León XIII, Pascendi de Pío X, Quas Primas de Pío XI, Humani Generis de Pío XII? ¿Están ustedes en plena comunión con esos papas y sus afirmaciones? ¿Aceptan también el juramento antimodernista? ¿Están por el reinado social de Nuestro Señor Jesucristo? Porque si no aceptan las doctrinas de sus predecesores es inútil hablar. Mientras no acepten reformar el Concilio considerando la doctrina de los papas anteriores, no hay diálogo posible. Es inútil.” (Mons. Lefebvre, Fideliter Nº 66, septiembre 1988).
    La FSSPX sólo ha pedido lo que le corresponde a su propia posición, especialmente la petición de ser dejada “tal cual es”. [Idea abandonada absolutamente por Mons. Lefebvre al retirar su firma del protocolo del 88, pero “exhumada y resucitada” por los acuerdistas debido a que resulta  muy conveniente para engañar o calmar ilusos en orden a lograr el traidor acuerdo puramente práctico] Ella trató de establecer en el Capítulo General del 2012 seis condiciones -ninguna de las cuales concernían a la fe del Papa- para asegurarse de que permanecería intacta y suficientemente autónoma bajo un hipotético reconocimiento canónico. [Porque el capítulo general estuvo el 2012 y sigue estando bajo el control de Mons. Fellay. “Curiosamente”, el P. Robinson “se olvida” del capítulo del 2006]

    Esto no significa que los miembros de la FSSPX, incluso de posiciones muy altas, no han sido a veces tentados [¡!] a sostener que el verdadero espíritu del Arzobispo y de la FSSPX exige que el Papa profese el tradicionalismo doctrinal [es decir, la “fe católica íntegra”] antes de que pueda haber algún reconocimiento práctico. Esta es, después de todo, la postura de este conglomerado de sacerdotes ex miembros de la FSSPX y que llevan el nombre de “la Resistencia” y que tiene como uno de sus miembros a un antiguo obispo de la FSSPX. [¡Esa es nuestra postura, a mucha honra!]

    Lo que se afirma aquí es que la posición de “estricta unidad de fe antes del reconocimiento canónico” no ha sido nunca, en ningún tiempo, la posición oficial de la FSSPX, ni en los tiempos del Arzobispo ni después de su muerte. [Cita de la famosa declaración del 21 de noviembre de 1974: "Nos negamos y siempre nos hemos negado a seguir a la Roma de tendencia neomodernista y neoprotestante que claramente se manifestó en el Concilio Vaticano II y, después del Concilio, en todas las reformas que le han seguido." Cita de la carta de los Superiores de la FSSPX de 6 de julio de 1988:"Nosotros jamás quisimos pertenecer a ese sistema que se califica a sí mismo de Iglesia Conciliar y se define por el Novus Ordo Missae, el ecuмenismo indiferentista, y la laicización de toda la sociedad. Sí, nosotros no formamos parte, nullam partem habemus, del panteón de las religiones de Asís; nuestra propia excomunión por un decreto de Vuestra Eminencia o de otro discasterio no sería más que la prueba irrefutable. No pedimos nada mejor que el ser declarados ex communione, fuera de la comunión, del espíritu adúltero que sopla en la Iglesia desde hace veinticinco años, excluidos de la comunión impía con los infieles."]

    Colaboración Posible

    En principio, entonces, debe ser posible colaborar de alguna manera con un Papa modernista. [“Yo le dije (al Cardenal Ratzinger) incluso si usted nos concede un obispo, incluso si usted nos da cierta autonomía respecto de los obispos, incluso si usted nos concede toda la liturgia de 1962, si usted nos concede seguir con los seminarios y la Fraternidad como lo hacemos ahora, no podemos colaborar, es imposible; porque trabajamos en direcciones diametralmente opuestas: ustedes, ustedes trabajan para la descristianización de la sociedad, de la persona humana, de la Iglesia; y nosotros estamos trabajando para la cristianización.” (Cita de Mons. Lefebvre en su biografía escrita por Mons. Tissier de Mallerais, p. 548)] Vamos a alejarnos un poco de las conversaciones FSSPX-Roma, para comprender un hecho que es absolutamente fundamental para esta discusión: la FSSPX siempre ha colaborado hasta cierto punto con los Papas posconciliares. [En la teología moral se estudian los principios sobre lacolaboración al mal, y ella aclara que esa colaboración puede ser lícita o ilícita. Técnicamente, se habla de colaboración formal y material, directa e indirecta, próxima y remota, etc. En este texto acuerdista no se hace ninguna de estas distinciones] Tres principios ayudarán a aclarar que este es específicamente el caso con el Papa Francisco.

    El primer principio es que la FSSPX acepta que el Papa Francisco es el Papa [valga la tonta redundancia]. Monseñor Lefebvre, si bien demostrando una cierta tolerancia por sedevacantistas individuales, siempre rechazó el sedevacantismo en su fraternidad sacerdotal. Hasta el día de hoy, los candidatos a las órdenes mayores en la FSSPX deben afirmar frente al Santísimo Sacramento, la noche antes de su ordenación, que el Papa es Papa [dicho de un modo menos torpe: que tal hombre es el Papa].

    El segundo principio es que el Papa Francisco es el Papa de la Iglesia Católica [¡Vaya precisión! Como si hubiera Papas en otras religiones, como si pudiera existir más de un Vicario de Cristo...]. Esto significa que él tiene el más alto cargo en una institución establecida por Nuestro Señor Jesucristo. Como tal, él no ha decidido y no puede decidir la finalidad de esta institución. La Iglesia es la Iglesia independientemente de sus opiniones personales sobre ella. Este es tal vez un raro ejemplo donde sería apropiado para él decir, “¿Quién soy yo para juzgar?”

    Esto debe tenerse en cuenta cuando consideramos ciertas direcciones en las que el Papa Francisco aparentemente [nótese el "aparentemente"] ha tratado de conducir a la Iglesia. Por ejemplo, parece [de nuevo: "parece"] que él quiere que la Iglesia sea un agente de ideología ecológica, es su moderna forma antihumana, como ha sido expresada por personas como Jeffrey Sachs y Paul Ehrlich. No hace falta decir que no es parte de la misión de la Iglesia fomentar “objetivos sustentables”, especialmente cuando implican reducciones drásticas de población mundial. Esto es verdad independientemente de si el Papa Francisco cree o quiere que esto forme parte de la misión de la Iglesia.

    Tercero y último, los miembros de la FSSPX así como sus fieles son ya miembros de la sociedad real de la Iglesia Católica sobre la cual el Papa Francisco es la cabeza visible. En otras palabras, ellos tienen una unidad real con el Papa Francisco, no con el Papa Francisco en su “magisterio personal”, sino con el Papa Francisco como Papa. [Otra perogrullada] Ellos lo reconocen como la cabeza de gobierno de la Iglesia, ponen su retrato en sus capillas [gesto servil imperado por Mons. Fellay desde hace sólo unos 5 años], lo mencionan por su nombre en la Misa y la Bendición. Estos actos no son ni posturas hipócritas ni símbolos vanos; ellos indican la unidad real que existe entre la FSSPX y el Papa. Ellos indican que la FSSPX está colaborando, por lo menos hasta cierto punto, con el Papa Francisco por los intereses de la Santa Madre Iglesia. [Cuando los Cristeros hablaban del “Presidente Calles”, colaboraban -al expresarse así- hasta cierto punto, muy remotamente y dentro de los límites de lo que está permitido, con ese tirano. Pero los Cristeros no por eso dejaban de combatir contra él. Los acuerdistas de la FSSPX quieren, por el contrario, someterse a un Papa liberal y modernista]

    Reconocimiento Canónico, no una Unión

    El hecho de que en la FSSPX ya exista una unidad real con el Papa Francisco recuerda un hecho clave que frecuentemente es olvidado por los que rechazan la prelatura personal: por el reconocimiento canónico de la FSSPX por el papa Francisco no se trata de que la FSSPX se una a algo. Es más bien que se le otorgue una posición legal en un cuerpo al cual ya está realmente unida. [Sofisma. Un ciudadano católico que ha sido encarcelado por luchar contra su gobierno anticatólico, se encuentra vinculado o unido a ese poder de diversos modos; pero si es liberado por el tirano que gobierna, no le es lícito dar por terminada su resistencia, ni menos ir a ponerse “a las órdenes” del tirano. La FSSPX es parte de la Iglesia, por lo que está unida de distintos modos o puntos de vista a todos los buenos y malos que pertenecen a la Iglesia. Convertida en prelatura personal, deberá obedecer en todo a un Papa nefasto, liberal y modernista. Entonces, transgrediendo los debidos límites, cuando la Fraternidad acepte ser convertida en prelatura personal, quedará unida de un nuevo modo ilícito al demoledor Francisco y al resto del clero conciliar]

    Con mucha frecuencia, los rechazadores enmarcan la discusión de las relaciones FSSPX-Roma como si se tratara de que la FSSPX estuviera obteniendo una membrecía en la “Iglesia de Francisco”, cuando de hecho no hay nada a lo que la FSSPX se una a lo cual no pertenezca ya. [Lo que la Resistencia afirma es esto: no es lícito someter la FSSPX a las autoridades modernistas. Los acuerdistas responden que sí es lícito porque eso “repara una injusticia cometida contra la Fraternidad” y “abre puertas” al apostolado. Por lo demás: "Hay que convencer a los fieles de que se trata de una maniobra, que es un peligro ponerse en manos de los obispos conciliares y de la Roma modernista. Es el mayor peligro que les amenaza. Si hemos luchado durante 20 años para evitar los errores conciliares, no es para ponernos ahora en manos de quienes los profesan.” (Mons. Lefebvre, Fideliter Nº 70, Julio-agosto 1989)]

    La FSSPX estaría uniéndose a una organización solamente si:
    La FSSPX fuere cismática y por lo tanto fuera de la Iglesia, lo que nosotros negamos con vehemencia.

    O que las autoridades constituyan una iglesia no católica en el sentido estricto organizacional del término, algo que también negamos.

    Muchos de nosotros en la FSSPX han tenido conversaciones con parientes Novus Ordo o amigos que, juzgando por apariencias superficiales, nos han acusado de estar “fuera de la Iglesia” porque nuestras parroquias no están aprobadas por las diócesis. Y nosotros, sin duda, les hemos explicado que la separación es solamente aparente pues aceptamos completamente [¡!] la autoridad del Papa y los obispos. Pero así como la "separación" de las autoridades de la Iglesia causada por la falta de una estructura canónica es sólo aparente, también la "unión" a algo mediante la aceptación de una estructura canónica es sólo aparente. Si el Papa da a la FSSPX una prelatura personal, parecería a algunos que de este modo la FSSPX habría entrado en comunión con la Iglesia (“plena comunión” en su terminología). En realidad, nada habría cambiado respecto a la comunión de la FSSPX con la Iglesia [una perogrullada más]. Esa comunión habría existido integralmente tanto antes como después del otorgamiento de la estructura canónica.
    Este punto es muy importante a la luz de aquellos que sostienen que el reconocimiento canónico es un error en cualquier situación donde el Papa no tenga la misma fe en la Iglesia Católica que tienen los tradicionalistas, porque los tradicionalistas estarían buscando unir sus esfuerzos con alguien que no comparte el mismo objetivo [con un enemigo de la Iglesia, mejor dicho]. El hecho es que los tradicionalistas necesariamente deben unir sus esfuerzos en cierto grado con el Papa Francisco, simplemente reconociéndolo como Papa y tratando de promover los intereses de la institución de la cual él es la cabeza visible. La fe modernista del Papa Francisco no puede, entonces, ser un completo obstáculo para la colaboración [1° “Fe modernista”: el P. Robinson reconoce que Francisco es un hereje. 2° En cuanto al clero modernista, hay que tener en cuenta que sucede con ellos como con Caifás, quien, sin dejar de ser el verdadero Sumo Sacerdote de Dios, era también deicida. Caifás era -por su investidura- ministro de Dios  y -por su pecado- ministro del demonio. Lo mismo sucede con la Jerarquía modernista. Ella debe ser reconocida como Jerarquía de la Iglesia Católica, pero ella debe ser desobedecida cuando actúa como instrumento del demonio (*)].

    Si estamos de acuerdo que la unidad de fe con el Soberano Pontífice no es, en sí misma, necesaria para la colaboración, se plantea entonces esta pregunta: ¿el reconocimiento canónico de la FSSPX es una de esas áreas donde la colaboración con un Papa modernista es posible? ¿O el modernismo excluye positivamente tal posibilidad, ya que la colaboración está al nivel de una estructura canónica?

    Niveles de colaboración

    Si intentáramos establecer un principio general sobre las circunstancias donde la colaboración con un Papa legítimo de fe dudosa [antes dijo “modernista” y ahora dice “dudosa”] es buena y cuándo no lo es, sería este: colaboración con un tal Papa es buena cuando es moralmente cierto que él está trabajando por el bien de la Iglesia y malo cuando es moralmente cierto que no. [Falso principio, pues los Papas liberales, ministros de Dios y del demonio, hacen una y otra cosa, lo que posibilita que los acuerdistas siempre puedan pretender fundarse en el bien que hacen esos Papas para colaborar más allá de lo lícito con ellos. El principio es este otro: a una congregación que conserva la fe íntegra (y que por eso es necesariamente antiliberal y antimodernista), no le es lícito hacer peligrar la fe que conserva ni dejar de defenderla, sometiéndose a un Papa que carece de esa fe íntegra]

    Este parece ser el principio bajo el cual el Arzobispo estaba operando. En su sermón antisedevacantista de ordenaciones de 1982, declaró:

    “A pesar de las heridas en la Iglesia, a pesar de las dificultades, de la persecución que sufrimos, incluso por parte que tienen la autoridad en la Iglesia, no abandonemos la Iglesia, amemos la Santa Iglesia nuestra madre, sirvámosla siempre, a pesar de las autoridades, si es necesario… queremos ayudar a la Santa Iglesia Católica Romana”. Apología pro Marcel Lefebvre, vol. III, pp. 415-416. [Pero el que resiste a una Jerarquía de traidores liberales, no abandona por eso a la Iglesia]

    Cuando dice “a pesar de las autoridades, si es necesario”, implícitamente está diciendo “con las autoridades, si es posible” [?]. Pase lo que pase, la FSSPX debe servir a la Iglesia, no a los hombres de Iglesia como tales. [“El más grande servicio que podemos hacer a la Iglesia y al sucesor de Pedro es rechazar la Iglesia reformada y liberal”(Mons. Lefebvre, “Carta abierta a los católicos perplejos”, Cap. XVIII)] Cuando éstos actúan en contra de la Iglesia -y lo hacen claramente- la FSSPX no debe cooperar. En el caso de las consagraciones de 1988, la FSSPX debe ir tan lejos como actuar en oposición a la autoridad de la Iglesia para servir a la Iglesia. Cuando los hombres de Iglesia actúan por el bien de la Iglesia, por otro lado, entonces por supuesto que la FSSPX debe cooperar. Hacer lo contrario sería obrar en contra de la Iglesia. Esto es verdad si los hombres de Iglesia que obran en bien de la Iglesia son modernistas o no lo son, si su fe se alinea exactamente con la de los católicos tradicionales o no. [Pero una vez que la FSSPX se convierta en prelatura, ¿alguien en su sano juicio puede suponer que ella va a negarse a obedecer todo lo que se le mande “en contra de la Iglesia” y, además, que se va a atrever a criticar lo que la Jerarquía modernista hace “en contra de la Iglesia”? Pura ilusión. El actual silencio cómplice de Mons. Fellay antes de cualquier acuerdo, ¿no indica nada? Los casos de congregaciones que tuvieron esas ilusiones y fueron “alineadas” por Roma apóstata, ¿no son un testimonio elocuente de lo que los herejes romanos intentarán hacer con la FSSPX?]

    Respecto a la prelatura personal, el magisterio personal del Papa Francisco, en sí mismo, no es necesariamente un obstáculo para que la FSSPX use tal prelatura para el bien de la Iglesia. El Papa no tiene que ser un firme defensor de Pascendi por su hipotético reconocimiento de la SSPX para dar fruto. Todo lo que tiene que hacer es adherirse a los términos de la prelatura [puras ilusiones].

    Ejemplo para ilustrar

    Para ver por qué no sería malo colaborar con un Papa modernista si actúa en nombre de los verdaderos intereses de la Iglesia, considere el siguiente ejemplo. Suponiendo que hubiera existido una organización llamada “La Sociedad de los Salvadores” en Francia, bajo el pasado régimen socialista de François Hollande. Sería un grupo de mujeres que tratan de salvar a las madres embarazadas y sus hijos por nacer del aborto. La Sociedad ya está trabajando en Francia haciendo cosas positivas por el bien común de la gente. Sin embargo, ellas harían mucho más bien si estuvieran registrados como una corporación por el gobierno, esto es, si tuvieran un estatus legal en el país. Ahora, asumiendo que el gobierno de Hollande es legítimo [pero no los es sino relativamente. No existe un gobierno socialista con “legitimidad de ejercicio”, pudiendo tener, sí, “legitimidad de origen”], que Hollande recibió su autoridad de Dios y que la recibió con el propósito de promover el bien común. Si el mismo Hollande escucha la petición de la Sociedad de los Salvadores, sabe de lo que se trata, y elige incorporar a la Sociedad de estas excelentes mujeres como un cuerpo legal, él estará fomentando el bien común de hecho y, en este caso al menos, las mujeres colaborarán con el gobierno por el bien del país.

    ¿Deben las mujeres tener escrúpulos en recibir este reconocimiento legal de tal gobierno, diciéndose a sí mismas, "Hollande no tiene la misma idea del bien común que nosotros tenemos, y por lo tanto no podemos trabajar con él para el bien común?" Claramente no, porque Hollande, en este ejemplo, está trabajando objetivamente por el bien común. Además, Hollande sostiene una autoridad que no termina con él, sino que finalmente descansa en Dios. Y Dios ha determinado el propósito de todas sociedades y ha conferido el poder a las cabezas de estado para el fomento de ese propósito. Entonces, cuando la Sociedad de los Salvadores está colaborando con Hollande por el bien común de Francia, está colaborando en última instancia con Dios. [1° El primer deber de un católico ante un gobierno anticatólico, es combatirlo. 2° Lo que no significa que sea imposible colaborar al bien que a veces haga ese gobierno anticatólico (un ejemplo: construcción de obras públicas. Otro: creación de hospitales). 3° Pero el caso de la Fraternidad no tiene paridad con el de la organización que menciona el autor, porque la FSSPX transformada en prelatura quedaría bajo a las órdenes de un tirano como Francisco, y no simplemente “reconocida por Francisco como parte de la Iglesia Católica”… con una supuesta libertad plena para combatir al mismo demoledor Francisco. ¡Por favor! ¡Un poco de realismo!]

    Por supuesto, sería importante que las mujeres se aseguren que Hollande no las provee con un estatus legal como una trampa con la cual las destruirá más tarde. Pero esta cuestión es de prudencia -una cuestión fuera de la discusión de este artículo- no una de principios. En principio, no hay problema que la Sociedad de Salvadores, en esta situación, acepte el estatus legal de un gobierno socialista.

    Este ejemplo no significa que la Iglesia es equivalente a un gobierno civil en ningún aspecto; es más bien similar analógicamente. Una importante diferencia entre los dos, por ejemplo, es que la Iglesia nunca puede fallar como institución. [Acá el P. Robinson omite diversas distinciones necesarias] Nuestro Señor le prometió estar con ella hasta el fin de los días, algo que no prometió a ningún gobierno secular. Por lo tanto, nunca podría haber una situación en la que un católico estuviera justificado al rechazar la autoridad gobernante de la Iglesia, como tal. [Luego, ¿la FSSPX nunca debió dejar de estar sometida a la Jerarquía liberal? No se rechaza la autoridad como tal, sino la sujeción “regular” a los herejes que usurpan la Jerarquía]

    Por otra parte, los católicos han tenido derecho a rechazar la autoridad de gobierno civil en algunos casos. El Papa San Pío V, por ejemplo, aconsejó a los católicos ingleses no reconocer la autoridad de la reina Isabel I durante su nefasto reinado.

    Tal escenario no es posible para la Iglesia, dado que Ella, en su estructura visible y en la realización de su fin, no puede fallar. [Pero la evidente falla de los Papas desde Juan XXIII hasta el actual, no impide el fin de la Iglesia, sino que lo obstaculiza en parte] De este modo no puede haber ninguna expectativa por parte de los católicos -por lo menos aquellos que creen en la indefectibilidad de la Iglesia- de discernir cuándo y dónde descartar al cuerpo gobernante de la Iglesia. [Según este falso principio, habría que aceptar el Vaticano II y cualquier enseñanza o decisión que venga de la Jerarquía]

    Aplicación

    Mencionamos anteriormente que el Papa no tiene el poder de cambiar el fin de la Iglesia; su cargo es algo de su propia creación, sino que viene de Nuestro Señor Jesucristo. El cargo fue diseñado por Él para el fomento de la finalidad de la Iglesia, que es la salvación de las almas, la razón por la cual Jesucristo la fundó. Como tal, el Papa, por su mismo cargo, es un instrumento de Jesucristo y trabaja por el fin de Jesucristo, siempre que no esté abusando de su cargo. [Y cuando abusan gravemente de su cargo destruyendo la Iglesia, como vemos han hecho los Papas desde Juan XXIII en adelante, se hacen instrumentos del demonio y anticristos, como Caifás] De hecho, los actos jurídicos del Papa tienen autoridad y fuerza siempre y cuando sirvan a los intereses de Jesucristo.

    Por lo tanto, cuando el Papa Francisco realiza actos que sirven a los intereses de la Iglesia, la FSSPX también sirve a la Iglesia colaborando con esos actos. Ciertamente, esto es lo que tiene lugar cuando la FSSPX agradecidamente acepta de las manos del Papa Francisco la jurisdicción ordinaria para la realización de las confesiones y matrimonios. [Nuevamente: "Hay que convencer a los fieles de que se trata de una maniobra, que es un peligro ponerse en manos de los obispos conciliares y de la Roma modernista. Es el mayor peligro que les amenaza. Si hemos luchado durante 20 años para evitar los errores conciliares, no es para ponernos ahora en manos de quienes los profesan.” (Mons. Lefebvre, Fideliter Nº 70, Julio-agosto 1989)]
    El mismo principio aplica a la cuestión del reconocimiento canónico: si éste sirve a los intereses de la Iglesia, la FSSPX debe colaborar; si no, la FSSPX no debe colaborar. Para el Arzobispo, la respuesta a esta cuestión era la misma a la respuesta a lo siguiente: ¿La FSSPX podrá permanecer como es y continuar su obra en libertad? ¿O será destruida por el reconocimiento canónico? [Sólo la deshonestidad, la ingenuidad o la estupidez, pueden llevar a alguien a afirmar que la FSSPX podrá estar sometida a un Papa liberal y modernista y seguir siendo antiliberal y antimodernista]

    Los que ven esta pregunta como siendo solamente “¿cuál es la fe del Papa?”, parecen confundir el Papa con la Iglesia, cayendo en cierta clase de papolatría. Ellos parecen pensar que el bien de la Iglesia sólo puede ser identificado con lo bueno del magisterio personal del Papa. Cuando ese magisterio es correcto, entonces el reconocimiento canónico promueve el bien de la Iglesia. Cuando el magisterio es falso en algunos aspectos, entonces el bien de la Iglesia no puede ser fomentado por un reconocimiento canónico. O bien el Papa se alinea perfectamente con su oficio o los católicos temerosos de Dios no pueden colaborar con él. [Mientras los Papas sigan siendo liberales y modernistas, no es lícito poner bajo su mando una congregación antiliberal y antimodernista]

    Por el contrario, uno puede imaginar muchas situaciones en las cuales un reconocimiento canónico de la FSSPX fomentaría realmente el bien de la Iglesia, a pesar de la fe personal del Papa, y debe ser aceptado si uno quiere realmente servir a la Iglesia. Que tal sea la situación en este momento, no está en el poder de este artículo juzgar. Pero que tal situación puede existir debe ser evidente para todos. Por el hecho de que puede existir, resulta falsa la posición de que la aceptación de un reconocimiento canónico debe ser juzgada sólo sobre la base de unidad en la fe con el Papa.

    Conclusión

    La colaboración sólo cuando hay una completa unidad de fe con el Papa nunca ha sido la posición de los líderes de la FSSPX, ni en tiempos del Arzobispo ni después. [Falso, según lo señalado] Como tal, siempre ha habido, hasta cierto punto, colaboración entre la FSSPX y el Papa, y alguna medida de colaboración existe en este momento. [Como se ha explicado, hay colaboraciones lícitas e ilícitas con los malos y con el mal] Hablando en general, la colaboración debe ser rechazada cuando es contraria a los intereses de la Iglesia y aceptada cuando es en pro del interés de la Iglesia. Específicamente, entonces, el reconocimiento canónico debe ser aceptado si es por el bien de la Iglesia y rechazado si no lo es, independientemente de la fe del Papa. [La aceptación de un reconocimiento canónico, con la sujeción a las autoridades liberales y modernistas que él necesariamente implica; es algo moralmente ilícito]
    ______________

    (*) Respuesta a esta posible objeción: "En el momento de la Pasión de Cristo, el verdadero Sumo Sacerdote de Dios era Pedro, no Caifás". Respuesta: Nuestro Señor primero promete y después confiere el primado a San Pedro. Se lo prometió  antes de la Pasión, pero se lo confiriódespués de la resurrección. Cita del Manual de Teología Dogmática de Ludwig Ott: "A San Pedro se le prometió el primado después que hubo confesado solemnemente, en Cesarea de Filipo, la mesianidad de Cristo. Díjole el Señor (Mt 16, 17-19) : «Bienaventurado tú, Simón, hijo de Jonás, porque no es la carne ni la sangre quien eso te ha revelado, sino mi Padre, que está en las cielos. Y yo te digo a ti que tú eres Pedro [= Cefas], y sobre esta roca edificaré yo mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. Yo te daré las llaves del reino de los cielos, y cuanto atares en la tierra será atado en los cielos, y cuanto desatares en la tierra será desatado en los cielos» (...) El primado se lo concedió el Señor a Pedro cuando, después de la resurrección, le preguntó tres veces si le amaba y le hizo el siguiente encargo : «Apacienta mis corderos, apacienta mis corderos, apacienta mis ovejas» (Ioh 21, 15-17)."
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    Re: Fr. Paul Robinson defends SSPX union with Rome
    « Reply #1 on: June 24, 2017, 06:25:20 PM »
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    On June 8, 2017 there appeared an article entitled, “Unity of Faith with Pope Francis & Canonical Recognition of the SSPX” on the web site of the SSPX’s Asian District. The essay was written by Fr. Paul Robinson, a professor of dogmatic theology at the Lefebvrian Holy Cross Seminary in Lake Bathurst, Australia. As the article points out in an introductory comment, it is “published with permission of the SSPX’s General House in Menzingen”, which means it comes with the highest possible Lefebvrian approval, that of Superior General Bp. Bernard Fellay himself, who resides at his order’s headquarters in Menzingen, Switzerland.
    Unity of Faith with Pope Francis & Canonical Recognition of the SSPX
    June 08, 2017
    District of Asia

    In this article published with permission of the SSPX's General House in Menzingen, Fr Paul Robinson addresses the question of whether a Pope must have the faith of a traditionalist for it to be right for the SSPX to receive canonical recognition from him.

    - by Fr. Paul Robinson

    Introduction
    In the debate as to whether the SSPX should accept a personal prelature from a Pope Francis pontificate, some have opined that the SSPX should not be considering whether canonical recognition is opportune or prudent. Rather, the real question to be asked is whether the SSPX and Pope Francis share the same goal and have the same faith. If not, then it is wrong in principle even to consider accepting canonical recognition. If so, then and only then could it be right in principle, allowing one to move to discern whether it is also prudent.
    The implied position of those who express this opinion is that Pope Francis does not have the same faith or the same goal as the SSPX, and so it would be in principle wrong to accept canonical recognition under a Pope Francis pontificate. Not only that, it would be illogical, for “to establish legal unity without real unity would … be contradictory.”
    This article will seek to show that it is not, in principle, wrong to accept canonical recognition from a Modernist Pope, and also attempt to determine a criterion by which one can determine the degree to which collaboration with a Modernist Pope is acceptable. This article will not consider whether it is prudent, in the current circuмstances, for the SSPX to accept a personal prelature from Pope Francis.
    SSPX History
    The first fact to be noted about the position above is that it runs contrary to the spirit informing the entire history of the SSPX. Let us take a brief review of that history to see that such is the case.
    It would not seem too difficult to establish that Pope Paul VI had strong Modernist tendencies. Yet the SSPX was canonically erected under the pontificate of Paul VI and was recognized as a pious union from 1970-75. Thus, at least in the mind of the Archbishop, it cannot be wrong, under all circuмstances, to collaborate with a Modernist Pope to the extent of having a canonical structure under him.
    The events leading up to 1988 are perhaps even more instructive on this score. When one understands that Archbishop Lefebvre was waiting for signs that he should consecrate bishops and that after receiving two such signs, in the form of Modernist scandals on the part of Rome, he then went to Rome seeking canonical recognition, one should draw the general principle: Modernist scandals, of themselves, are not an obstacle to receiving canonical recognition at the hands of those who have perpetrated those scandals.
    At the same time, the Archbishop withdrew his signature to the protocol that was to provide a canonical structure, because he lost trust in those with whom he was negotiating. After the trying ordeal was over, he acknowledged that a greater traditionalism on the part of the Romans—in their doctrine—would provide solid grounds for trust. Thus, for him, evaluating the faith of the Pope was grounds for evaluating the acceptance of canonical recognition—not as to whether it is possible, but rather whether it is prudent. If the Pope can be trusted to allow the SSPX to remain “as is” and exercise its ministry—the “experiment of Tradition”—with sufficient autonomy, then canonical recognition is a good for the Church and should be accepted.
    This same line has been followed by the SSPX in its 21st century dealings with the Roman hierarchy. The SSPX has never gone to Rome, asking that the Pope and the hierarchy convert to traditionalism before the possibility of canonical recognition even be considered. It has never demanded a profession of faith by the Pope, a recantation of heresy, a syllabus of errors, or any such. To do so would imply that the SSPX was the superior and the Pope the inferior, that it was a question of the Pope receiving legal recognition from the SSPX rather than the other way around. In short, it would imply a schismatic spirit.
    The SSPX has rather only made demands that correspond to its proper position, especially the demand to be left “as is”. It attempted to lay down in the General Chapter of 2012 six conditions—none of which concerned the Pope’s faith—to make sure that it would remain intact and sufficiently autonomous under a hypothetical canonical recognition.
    This is not to say that members of the SSPX, even very high up, have not been at times tempted to hold that the true spirit of the Archbishop and so of the SSPX demands that the Pope profess doctrinal traditionalism before there can be any practical recognition. That is, after all, the stance of that loose conglomeration of ex-SSPX priests that goes under the name of “The Resistance” and which has a former SSPX bishop as one of its members.
    What is being affirmed here is that the “strict unity of faith before canonical recognition” position has never, at any time, been the official position of the SSPX, neither in the time of the Archbishop nor since his death.
    Collaboration Possible
    In principle, then, it must be possible to collaborate in some way with a Modernist Pope. Let us just zoom out a bit from the SSPX-Rome talks, so as to understand a fact that is absolutely fundamental for this discussion: the SSPX has always collaborated to some degree with the post-Conciliar Popes. Three principles will help clarify that such is specifically the case with Pope Francis.
    The first principle is that the SSPX accepts Pope Francis as being Pope. Archbishop Lefebvre, while showing a certain tolerance for individual sedevacantists, always refused sedevacantism at the level of his priestly fraternity. To this day, candidates to major orders in the SSPX must affirm before the Blessed Sacrament the night before their ordination that the Pope is the Pope.
    The second principle is that Pope Francis is Pope of the Catholic Church. What this means is that he holds the highest office in an institution established by Our Lord Jesus Christ. As such, he has not decided and cannot decide the finality of that institution. The Church is the Church regardless of his personal feeling about it. This is perhaps a rare instance when it would be proper for him to say, “Who am I to judge?”
    This is to be kept in mind when we consider certain directions in which Pope Francis has apparently tried to steer the Church. He seems, for instance, to want the Church to be an agent of ecological ideology, in its modern anti-human form, as embodied by such persons as Jeffrey Sachs and Paul Ehrlich. Needless to say, it is not part of the Church’s mission to foster ‘sustainability goals’, especially when they involve drastic reductions of the world’s population. This is true regardless of whether Pope Francis believes or wants it to be part of the Church’s mission.
    Thirdly and finally, the members of the SSPX as well as its faithful are already members of the real society of the Catholic Church over which Pope Francis is the visible head. In other words, they have a real unity with Pope Francis—not with Pope Francis in his ‘personal magisterium’, but with Pope Francis as Pope. They acknowledge him to be the governing head of the Church, they put his picture in their chapels, they mention him by name at Mass and Benediction. These acts are neither hypocritical posturings nor vain symbols; they indicate the real unity that exists between the SSPX and the Pope. They indicate that the SSPX is collaborating, at least to some degree, with Pope Francis for the interests of Holy Mother Church.
    Canonical Recognition not a Joining
    The fact of SSPX’s already existing real unity with Pope Francis brings home a second key fact often missed by personal prelature refusalists: canonical recognition of the SSPX by Pope Francis is not about the SSPX joining something. It is rather about the SSPX being given legal standing in a body to which it is already really united.
    Too often, refusalists frame the discussion of SSPX-Rome relations as if there is question of the SSPX getting membership in the ‘Church of Francis’, when in fact there is nothing for the SSPX to join to which it does not already belong. The SSPX would be joining an organization only if:
    the SSPX were currently schismatic and so outside the Church—something we vehemently deny
     the Roman authorities constituted a non-Catholic church in the strict organizational sense of the term—something we also deny.

    Many of us in the SSPX have had conversations with Novus Ordo relatives or friends in which they, judging by superficial appearances, have accused us of being ‘outside the Church’ because our parishes are not approved by the diocese. And we have, no doubt, explained to them that the separation is only apparent since we fully accept the authority of the Pope and bishops. But just as the ‘separation’ from Church authorities caused by the lack of a canonical structure is only apparent, so too the ‘joining’ of something by accepting a canonical structure is only apparent. If the Pope gave the SSPX a personal prelature, it would appear to some that thereby the SSPX would enter into communion with the Church (‘full communion’ in their terminology!). In reality, nothing would have changed in the SSPX’s communion with the Church. That communion would have existed integrally both before and after the conferral of a canonical structure.
    This point is an important one in light of those who hold that canonical recognition is wrong in any situation where the Pope does not have the same faith in the Catholic Church as traditionalists do, because traditionalists would then be seeking to unite their efforts with someone who does not share the same goal. The fact is that traditionalists must necessarily unite their efforts to some degree with Pope Francis, simply by acknowledging him as Pope and trying to promote the interests of the institution of which he is the visible head. Pope Francis’s Modernist faith cannot, then, be a complete obstacle to collaboration.
    If we agree that a total unity of faith with the Sovereign Pontiff is not, of itself, necessary for collaboration, the question then becomes: is canonical recognition of the SSPX one of those areas wherein collaboration with a Modernist Pope is possible? Or does Modernism positively exclude such a possibility, since the collaboration is at the level of a canonical structure?
    Levels of collaboration
    If we were to attempt to lay down a general principle as to the circuмstances when collaboration with a legitimate Pope of doubtful faith is good and when it is not, it would be this: collaboration with such a Pope is good when it is morally certain that he is working for the good of the Church and bad when it is morally certain that he is not.
    This seems to be the principle under which the Archbishop was operating. In his anti-sedevacantist 1982 ordination sermon, he stated,
    In spite of the wounds in the Church, in spite of the difficulties, the persecution we are enduring, even from those in authority in the Church, let us not abandon the Church, let us love the Holy Church our mother, let us serve her always—in spite of the authorities, if necessary … we want to support the Holy Roman Catholic Church.
     
    Apologia pro Marcel Lefebvre, vol. III, pp. 415-416
    When he says “in spite of the authorities, if necessary”, he is implicitly saying “with the authorities, if possible”. Whatever comes, the SSPX must serve the Church, not churchmen as such. When churchmen act against the Church—and clearly so—the SSPX must not cooperate. In the case of the consecrations of 1988, the SSPX must even go so far as to act in opposition to Church authority in order to serve the Church. When churchmen act for the good of the Church, on the other hand, then of course the SSPX must cooperate. To do the contrary would be to work against the Church. This is true whether or not the churchmen acting for the good of the Church are Modernists or not, whether their faith aligns exactly with that of Traditional Catholics or not.
    In regard to a personal prelature, Pope Francis’s personal magisterium, of itself, is not necessarily an obstacle to the SSPX using such a prelature for the good of the Church. The Pope does not have to be a staunch proponent of Pascendi for his hypothetical recognition of the SSPX to bear fruit. All he has to do is adhere to the terms of the prelature.
    Example to illustrate
     To see why it would not be wrong to collaborate with a Modernist Pope if he was performing an act on behalf of the Church’s true interests, consider the following example. Suppose there was an organization called ‘The Society of Savers’ in France, under the former socialist regime of François Hollande. It is a group of women who try to save expectant mothers and their unborn children from abortion. The Society is already working in France doing positive things for the common good of the people. However, they would do even more good if they were registered as a corporation by the government, that is, if they had legal status in the country. Now, assuming that Hollande’s government is legitimate, Hollande has received his authority from God and has received it for the purpose of fostering the common good. If Hollande himself hears of the request of The Society of Savers, knows what they are about, and chooses to incorporate as a legal body the society of those excellent women, he will be fostering the common good in deed and, in this instance at least, the women will be collaborating with the government for the good of the country.

    Should the women scruple at receiving such a legal recognition from such a government, saying to themselves, “Hollande does not have the same idea of the common good that we have, and so we cannot work with him for the common good?” Clearly not, because Hollande, in this instance, is objectively working for the common good. Moreover, Hollande holds an authority that does not end with him, but rather ultimately rests in God. And God has determined the purpose of all societies and has conferred power on heads of state for the furtherance of that purpose. When, then, the Society of Savers is collaborating with Hollande for the common good of France, it is ultimately collaborating with God.
    Of course, it would be important for the women to assure themselves that Hollande is not providing them with legal status as a trap by which he will later destroy them. But this question is one of prudence—a question outside of the discussion of this article—not one of principle. In principle, there is no problem with The Society of Savers, in this situation, accepting legal status from a socialist government.
    This example is not meant to imply that the Church is equivalent to a civil government in every respect; it is rather only analogically similar. One major difference between the two, for instance, is that the Church can never fail as an institution. Our Lord has promised to be with it until the end of days, something He has not promised to any secular government. Thus, there could never be a situation when a Catholic would be justified in rejecting the governing authority of the Church, as such.
    On the other hand, Catholics have been entitled to reject the governing authority of civil governments in some cases. Pope St. Pius V, for instance, advised English Catholics not to recognize the authority of Queen Elizabeth I during her nefarious reign.
    Such a scenario is not possible for the Church, given that She, in her visible structure and the carrying out of her end, cannot fail. Thus, there cannot be any expectation on the part of Catholics—at least those who believe in her indefectibility—that they need to discern when and where to write off the governing body of the Church.
    Application
     We mentioned above that the Pope has no power to change the purpose of the Church; his office is not something of his own creation, but comes from Our Lord Jesus Christ. The office was designed by Him for the furtherance of the Church’s goal, which is the salvation of souls, the reason for which Jesus Christ founded her. As such, the Pope, by his very office, is an instrument of Jesus Christ and works for the end of Jesus Christ, whenever he is not abusing his office. In fact, the Pope’s juridical acts have authority and force only insofar as they serve the interests of Jesus Christ.

    Thus, when Pope Francis performs acts that serve the interests of the Church, the SSPX also serves the Church by collaborating with those acts. Surely, that is what is taking place when the SSPX gratefully accepts from the hands of Pope Francis ordinary jurisdiction for the performance of confessions and marriages.
    The same general principle applies to the question of canonical recognition: if it serves the interests of the Church, the SSPX should collaborate; if it does not, the SSPX should not collaborate. For the Archbishop, the answer to this question was the same as the answer to the following: Will the SSPX be able to remain as it is and continue its work in freedom? Or will it be destroyed by a canonical recognition?
    Those who see that question as being solely “What is the faith of the Pope?” seem to mistake the Pope for the Church, falling into a certain species of papalotry. They would seem to think that the good of the Church can only be identified with the good of the Pope’s personal magisterium. When that magisterium is correct, then canonical recognition fosters the good of the Church. When that magisterium is false in some respects, then the good of the Church cannot be fostered by a canonical recognition. Either the Pope lines up perfectly with his office or God-fearing Catholics cannot collaborate with him.
    On the contrary, one can imagine many situations in which a canonical recognition of the SSPX would indeed foster the good of the Church, regardless of the personal faith of the Pope, and so should be accepted, if one truly wants to serve the Church. Whether such is the situation right now is not in the power of this article to judge. But that such a situation could exist should be evident to all. By the fact that it could exist, the position that the acceptance of a canonical recognition should be judged only on the basis of one’s unity with the Pope’s faith is found to be false.
    Conclusion

    Collaboration only when there is complete unity of faith with the Pope has never been the position of SSPX leadership, neither in the time of the Archbishop nor afterwards. As such, there has always been, to some degree, collaboration between the SSPX and the Pope, and some measure of collaboration exists at this moment. Generally speaking, collaboration must be refused when it is contrary to the Church’s interests and accepted when it is for the Church’s interests. Specifically, then, canonical recognition should be accepted if it is good for the Church and rejected if it is not, regardless of the Pope’s faith.


    Offline Meg

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    Re: Fr. Paul Robinson defends SSPX union with Rome
    « Reply #2 on: June 25, 2017, 12:26:52 PM »
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    At the same time, the Archbishop withdrew his signature to the protocol that was to provide a canonical structure, because he lost trust in those with whom he was negotiating. After the trying ordeal was over, he acknowledged that a greater traditionalism on the part of the Romans—in their doctrine—would provide solid grounds for trust. Thus, for him, evaluating the faith of the Pope was grounds for evaluating the acceptance of canonical recognition—not as to whether it is possible, but rather whether it is prudent. If the Pope can be trusted to allow the SSPX to remain “as is” and exercise its ministry—the “experiment of Tradition”—with sufficient autonomy, then canonical recognition is a good for the Church and should be accepted.




    Quote from above:

    "If the Pope can be trusted to allow the SSPX to remain "as is" and exercise its ministry--the "experiment of tradition"--with sufficient autonomy, then canonical recognition is good for the Church and should be accepted."

    Fr. Robinson does not explain how it is that the Pope can be trusted to allow the SSPX to remain "as is." He elaborates on a great many things, but not one of the most important things, such as this.

    Also, he makes no mention of the "conciliar church," that I can see, though perhaps I missed it in this extremely long piece. One cannot claim to understand Archbishop Lefebvre if they do not acknowledge the existence of the conciliar church.
    "It is licit to resist a Sovereign Pontiff who is trying to destroy the Church. I say it is licit to resist him in not following his orders and in preventing the execution of his will. It is not licit to Judge him, to punish him, or to depose him, for these are acts proper to a superior."

    ~St. Robert Bellarmine
    De Romano Pontifice, Lib.II, c.29