Send CathInfo's owner Matthew a gift from his Amazon wish list:
https://www.amazon.com/hz/wishlist/ls/25M2B8RERL1UO

Author Topic: Mujeres que nos inspira  (Read 3583 times)

0 Members and 1 Guest are viewing this topic.

Offline poche

  • Hero Member
  • *****
  • Posts: 16730
  • Reputation: +1218/-4688
  • Gender: Male
Mujeres que nos inspira
« on: July 18, 2014, 04:33:45 AM »
  • Thanks!0
  • No Thanks!0
  • Santa Teresa de los Andes, virgen y mártir
    Juanita Fernández Solar nació junto con el siglo XX, el 13 de julio de 1900 en Santiago de Chile. El mundo hoy la conoce como Santa Teresa de los Andes.

     

    No dedicó sus días a fundar hogares para huérfanos y congregaciones, ni fue una gran mística, ni una gran teóloga, ni siquiera escribió tratados de espiritualidad . Fue una chica, alegre, sencilla, muy linda, deportista y cariñosa que siempre aparentó más edad. Fue una ¨ niña bien ¨ de la sociedad de Santiago de su época. Pero se atrevió a algo distinto. En medio de su realidad corriente: el colegio, sus peleas con sus hermanos, su pasión por el tenis y por andar en automóvil, Dios le fue mostrando algo. Y es desde siempre, la quiso en un rincón muy especial de su país y de Latinoamérica: en una casa pobre y vieja en medio de la cordillera de los Andes. En un convento carmelita.. Ahí sólo pasaría once meses de su vida. Pero a Jesús sólo le había bastado ese tiempo y nada más ni nada menos que su si pleno y audaz. Dios la quiso a Juanita y ella se dio cuenta de que El iba a tener que tener un lugar único en su vida.

    Vivió con sus padres, Miguel y Lucía, y seis hermanos más. Recibió una muy buena educación en los mejores colegios de la capital. Estuvo los últimos años de estudios en el Internado del Sagrado Corazón con su hermana Rebeca. Por su forma de ser tan afectiva, no le era sencillo vivir alejada de su familia. La quería muchísimo y los mejores recuerdos de ella eran los meses que pasaban en el campo.

    En 1909 recibió el sacramento de la Confirmación y el 11 de septiembre de 1910 la Primera Comunión. Escribe sobre estos días: "Nuestro Señor me hablaba después de comulgar. Pero mi devoción especial era la Virgen: Le contaba todo".

    A partir de entonces aprendió a hablar con Jesús en todos lados. En su diario, nos cuenta cómo vivía su relación con Dios: ” He salido mucho a caballo y estoy encantada con subir y bajar cerros. Aquí están admirados porque no me canso, y me dicen que soy una verdadera amazona. No dejaría de ser una vergüenza si no lo fuera.
    Nos ha bajado furor por el tenis. Estoy aprendiendo. Me encanta. Me siento llena de Dios. No hay separación entre nosotros. Donde yo vaya, El está conmigo, dentro de mí. Vivo con Él. Y a pesar de estar en los paseos, ambos conversamos sin que nadie nos sorprenda ni pueda interrumpirnos.”

    Esa familiaridad con que trataba a Dios es por la que lo encontraba en todas las circunstancias y en todas las personas.

    Cuando iba a pasar enero en el fundo de Chacabuco, organizaban misiones y ella era la más entusiasmada. Hablaba con los campesinos, les transmitía su amor a Cristo a aquella gente que no tenía la oportunidad de escuchar algo así todos los días. Y cuentan sus parientes con qué alegría montaba su caballo y se iba a recorrer las casitas alejadas para anunciar la llegada de las misiones. Y cómo había organizado el coro con sus primas y amigas para alegrar las ceremonias y con qué gusto acompañaba con el piano o la guitarra las canciones.

    En las misiones, Juanita empezó a ver qué le estaba pidiendo Dios.

    Pero no sólo “misionaba”en el campo, durante el verano con la gente de Chacabuco. En su casa también quiso ser “sal y luz”. Por ejemplo, con sus hermanos. El mayor de ellos, Miguel, era un chico con una vida bastante desordenada. No trabajaba ni estudiaba y se la pasaba con malas compañía en lugares poco recomendables. Cuando volvía por madrugada, Juanita lo esperaba para acompañarlo a su dormitorio. Y como volvía ebrio, ella era la primera que se levantaba a la mañana y le servía un café bien cargado para que nadie notara las consecuencias de la noche pasada. Así comentaba uno de los hermanos cómo era la relación con Miguel en su casa: “Mi mamá tampoco podía tolerar esas cosa de Miguel. Lo reprendía ásperamente. Y, cuando Miguel llegaba tarde a casa, todos estábamos en contra de él. Pero Juanita se preocupaba por suavizar las cosas.”

    A los catorce años, Juana sufrió una apendicitis que la hizo sufrir mucho. Esta enfermedad fue muy importante para ofrecer y madurar la decisión que iba a tomar a los quince años: hacer un voto secreto de virginidad. Porque ya veía claro que el Señor la quería como su esposa.

    Es en esta época cuando empieza a acercarse a los escritos de los grandes carmelitas: Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz. Así describe la vocación a la que era llamada: “El fin de las carmelitas me entusiasma: santificarse a sí misma para que la savia divina se comunique, por la unión que existe entre los fieles, a todos los miembros de la Iglesia. Ella se inmola sobre la cruz y su sangre cae sobre los pecadores, pidiendo misericordia y arrepentimiento. Cae sobre los sacerdotes, santificándolos. Y todo en silencio, sin que nadie lo sepa. Cuantos hay que tachan su vida de inútil. Sin embargo, ella es como el Cordero de Dios que lleva los pecados del mundo. Se sacrifica para volver al redil las almas extraviadas. Pero así como a Cristo no lo conoció el mundo, a ella tampoco la conoce. Esta abnegación completa me encanta. No hay cabida al amor propio. No ve siquiera el fruto de su oración. Solo en el cielo lo vera.”

    Pero no por eso dejó de vivir la vida normal de una chica de su edad. Seguía divirtiéndose con sus primos y familiares, tenía un gran don de gentes, solía salir a pasear por la Alameda con sus amigas e incluso iba al teatro. Pero de alguna manera, su corazón estaba ya en otro lado.

    Cuando tomó la decisión de irse al Carmelo, la separación de su familia se le hizo muy dura. Especialmente porque por esa altura en su casa había problemas económicos, sus padres estaba distanciados, sus hermanos estaban alejados de la fe , sus amigas con sus problemas y dudas. Pero ese amor que sentía por todos los suyos era fruto de una comprensión muy clara del amor de Jesús. "Cristo, ese loco de amor, me ha vuelto loca", decía. Y en una carta a su hermana Rebeca le confía: No temas, hermanita querida. No existirá jamás separación entre nuestras almas. Yo viviré en Él. Busca a Jesús y en Él me encontraras y allí los tres seguiremos los coloquios íntimos que hemos de continuar allá en la eternidad.

    Después de haber obtenido algunos permisos, entra en el Carmelo de los Andes el 7 de mayo de 1919. Sobre este día nos cuenta: ¡Qué impresión me produjo cuando vi mi conventito! Su pobreza habla muy bien a su favor. Apenas lo vi me encantó y me sedujo.

    Todo es alegría y sencillez en el Carmen. Y cada una se esmera en poner de su parte cuanto pueda para alegrar a sus hermanas.

    El 14 de octubre viste el hábito carmelita y comienza el noviciado. Toma el nombre de Teresa de Jesús.

    ” Si supieras la felicidad que inunda mi alma en cada instante escondida en Dios!

    Me parece que principie a vivir sólo el 7 de Mayo. Te aseguro que todos los sacrificios hechos me parecen nada. Vivimos riéndonos y amando. No te imaginas la alegría, la confianza y la sencillez que reina. Me encuentro en mi centro.
    Mi celda es bien pobrecita, pero en ella me paso con Nuestro Señor en intima conversación de corazón a corazón. Que cosa más rica es para el alma que ama pasar la vida junto al Sagrario! Después que comulgo me siento en el cielo, y dominada por el amor infinito de Dios.

    Resumiendo la vida en el convento, la hermana Teresa nos dice : “así pasamos la vida : orando, trabajando y riéndonos”. Y esa alegría, esa felicidad plena lo transmite en un fuerte apostolado por medio de sus cartas.

    "Soy la persona más dichosa. No deseo nada, porque mi ser entero está saciado en Dios – Amor".

    Sin embargo, el Señor quiso llevársela pronto. Un domingo de Pascua, doce de abril de 1920, después de una semana santa de luchar contra una fiebre abrasadora, Juanita le dice que si a Jesús. Le dice que si por última vez y para siempre en la enfermería del convento, consumida su naturaleza por el tifus. Tenía 19 años y 9 meses de edad y 11 meses de carmelita. Su madre y su hermano Lucho, que habían venido de Santiago para verla, escuchan las campanas desde la capilla. La comunidad entera se entristece por su desaparición terrenal pero se alegra con la nueva carmelita en el cielo. Y desde ese día ya nada iba a detenerla.

    Hoy su santuario visitado por más de cien mil peregrinos cada mes, se ha convertido en el centro espiritual de Chile.

    Así Teresa de Los Andes viene cuмpliendo la misión que ya le fuera reconocida poco después de su muerte: despertar hambre y sed de Dios en nuestro mundo materializado.

    Fue beatificada por Juan Pablo II en Santiago de Chile el 3 de abril de 1987, ha sido solemnemente canonizada por el mismo Sumo Pontífice en Roma el 21 de marzo de 1993.

    De sus escritos nos ha quedado un diario y varias cartas que nos transmiten pensamientos llenos de amor y sencillez. Es una santa muy cercana a nosotros y en especial a todos los jóvenes de América. Pidamos, por su intercesión, tener una amistad tan intima como la que ella ha sabido tener con Jesús en el día a día y en los demás.

    "Lo reconozco. Soy polvo sublevado. Pero, ¿acaso no eres Tú el Buen Pastor?
    ¿No eres Tú el que saliste en busca de la samaritana para darle la vida eterna?
    ¿No eres Tú el que defendiste a la mujer adúltera
    y el que enjugaste las lágrimas de María, la pecadora?...
    Que viva yo contemplándote siempre.
    Que viva sumergida en tu amor,
    para que él consuma mi miserable ser y me convierta en Ti"
    (Diario 57 )


    Oración

    Teresa de Los Andes,
    que de la mano de María te convertiste
    en una joven enamorada de Jesucristo,
    eres modelo de santidad
    y camino de perfección para la iglesia.

    Tú supiste reír, amar, jugar y servir.
    Tú fuiste fuerte para asumir el dolor
    y generosa para amar.

    Tú supiste contemplar a Dios
    en las cosas sencillas de la vida.

    Muéstranos el amor del Padre
    para vivir la amistad con alegría
    y con ternura en la familia.

    Ayuda a los débiles y a los tristes
    para que el Espíritu
    los anime en la esperanza.

    Intercede por nosotros
    y pide para Chile el amor y la paz.

    Teresa de Los Andes,
    hija predilecta de la Iglesia Chilena,
    Religiosa del Carmelo,
    amiga de los jóvenes,
    servidora de los pobres,
    ruega por nosotros cada día.

    Amén.

    http://www.iglesia.org/santos/item/2081-santa-teresa-de-los-andes-virgen-y-mártir


    Offline poche

    • Hero Member
    • *****
    • Posts: 16730
    • Reputation: +1218/-4688
    • Gender: Male
    Mujeres que nos inspira
    « Reply #1 on: July 21, 2014, 05:01:29 AM »
  • Thanks!0
  • No Thanks!0
  • Santas Justa y Rufina, vírgenes y mártires
    Estas dos santas fueron dos hermanas que nacieron en Sevilla, en el seno de una familia muy modesta pero de firmes costumbres y sólida fe cristiana.

    En aquella época España era dominada por los romanos, y con ellos, la idolatría y la corrupción. Mientras tanto las dos hermanas se conservaban en santidad y pureza de costumbres, empleando todo su cuidado en conocer el Evangelio, en su propia santificación y en beneficio de sus prójimos. Todos los años celebraban los idólatras fiestas en honor de Venus, recordando la tristeza de ésta en la muerte de su adorado Adonis. Las mujeres recorrían las calles de la ciudad llevando al ídolo en sus hombros, importunaban a todos y les pedían una cuantiosa limosna para la festividad. Al llegar a la casa de Justa y Rufina, les exigieron adorar al ídolo; las dos santas se negaron y las mujeres, enfadadas, dejaron caer el ídolo rompiendo muchas vasijas. Las santas, horrorizadas por ver en su casa un ídolo, cogieron el ídolo y lo hicieron pedazos, provocando la ira de los idólatras que se lanzaron contra ellas.

    Diogeniano, prefecto de Sevilla, las hizo prisioneras, las interrogó y las amenazó con crueles tormentos si persistían en la religión cristiana, a la vez que les ofrecía grandes recompensas y beneficios, si idolatraban a los ídolos. Las santas se opusieron con gran valor a las inicuas propuestas del prefecto, afirmando que ellas sólo adoraban a Jesucristo. El prefecto mandó que las torturasen con garfios de hierro y en el potro, creyendo que cederían ante los tormentos, pero ellas soportaban todo con alegría y sus ánimos se fortalecían a la vez que crecían las torturas. Mandó entonces a encerrarlas en una lóbrega cárcel y que allí las atormentasen lentamente con hambre y con sed. Pero la divina Providencia les socorría y sustentaba con gozos inefables, según las necesidades del momento, provocando el desconcierto de los carceleros. Luego, el prefecto quiso agotarlas obligándoles a seguirle descalzas en un viaje que él iba a hacer a Sierra Morena; sin embargo, aquel camino pedregoso era para ellas como de rosas. Volvieron a meterlas en la cárcel hasta que murieran. Santa Justa, sumamente debilitada, entregó serenamente su espíritu, recibiendo las dos coronas, de virgen y de mártir. El prefecto mandó lanzar el cuerpo de la virgen en un pozo, pero el obispo Sabino logró rescatarlo.

    El Prefecto creyó que, estando sola, sería más fácil doblegar a Rufina. Pero al no conseguir nada, mandó llevarla al anfiteatro y echarle un león furioso para que la despedazase. El león se acercó a Rufina y se contentó con blandir la cola y lamerle los vestidos como un corderillo. Enfurecido el Prefecto, mandó degollarla. Así, Rufina entregó su alma a Dios. Era el año 287. Se quemó el cadáver para sustraerlo a la veneración, pero el obispo Sabino recogió las cenizas y las sepultó junto a los restos de su hermana. Su culto se extendió pronto por toda la iglesia. Famoso y antiquísimo es el templo de Santa Justa en Toledo, el primero de los mozárabes.

     

    http://www.iglesia.org/santos/item/2084-santas-justa-y-rufina-vírgenes-y-mártires


    Offline poche

    • Hero Member
    • *****
    • Posts: 16730
    • Reputation: +1218/-4688
    • Gender: Male
    Mujeres que nos inspira
    « Reply #2 on: July 29, 2014, 03:42:36 AM »
  • Thanks!0
  • No Thanks!0
  • Hoy la Iglesia Universal recuerda la figura de Santa Marta de Betania, hermana de María y Lázaro, patrona de los imposibles, del hogar, de las cocineras, amas de casa, sirvientas, casas de huéspedes, hoteleros, lavanderas y de las hermanas de la caridad.

    Es a esta santa a quien el Señor le diría como narra el Evangelio de San Lucas, “Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. María ha elegido la parte buena, que no le será quitada”.

    A Santa Marta se le representa vestida de azul o verde, lleva una cruz y tiene un delantal y colgando de la cintura unas llaves, ella está en actitud de servicio y con un dragón a sus pies.

    Esta discípula de Jesús es generalmente invocada por los fieles para pedir su protección ante las cosas urgentes y difíciles, ya que fue a través de sus súplicas que obtuvo la resurrección de su hermano Lázaro.

    La santa que siempre mostró su gran aptitud de servicio. Es también implorada para que ayude a los fieles a desempeñar sus deberes cristianos con diligencia y responsabilidad.

    Los santos Basilio y Gregorio Magno la consideran modelo evangélico de las almas contemplativas

    http://www.aciprensa.com/noticias/hoy-la-iglesia-catolica-celebra-a-santa-marta-virgen-y-discipula-de-jesus-85094/

    Offline poche

    • Hero Member
    • *****
    • Posts: 16730
    • Reputation: +1218/-4688
    • Gender: Male
    Mujeres que nos inspira
    « Reply #3 on: August 18, 2014, 04:59:41 AM »
  • Thanks!0
  • No Thanks!0
  • Santa Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein)
    Edith Stein nació el 12 de octubre de 1891, en la entonces ciudad alemana de Breslau (hoy Wroclaw- capital de la Silesia, que pasó a pertenecer a Polonia después de la segunda guerra mundial).

    Ella era la menor de los 11 hijos que tuvo el matrimonio Stein. Sus padres, Sigfred y Auguste, dedicados al comercio, eran judíos. Él murió antes de cuмplir Edith los dos años, y su madre hubo de cargar con la dirección del comercio y la educación de sus hijos.

    Edith escribió de sí misma que de niña era muy sensible, dinámica, nerviosa e irascible, pero que a los siete años ya empezó en ella a madurar un temperamento reflexivo. Pronto Edith se destacará por su inteligencia y por su capacidad de estar abierta a los problemas que la rodean.

    En plena adolescencia deja la escuela y la religión porque no encuentra en ellas sentido para la vida. Surgen sus grandes dudas existenciales sobre el sentido de la vida del hombre en general, y se percata de la discriminación que sufre la mujer. Y desde ahí inicia su búsqueda, motivada por un sólo principio: “estamos en el mundo para servir a la humanidad”.

    En 1913, atraída por la fenomenología de Husserl, se hace su discípula y asistente.

    Pronto interrumpe sus estudios y trabajos para colaborar con su ayuda en la 1ª Guerra Mundial. Durante 6 meses trabajará como enfermera de la Cruz Roja en 1915. Será un encuentro decisivo con las situaciones límite en la vida del hombre: el dolor, el odio, la guerra, la muerte. Será un aliciente para seguir buscando respuestas.

    En 1916 concluye su tesis de doctorado sobre la empatía, y hasta 1918 trabaja como asistente de Husserl.

    El estudio de fenomenología hecho con seriedad le lleva al conocimiento profundo de la Iglesia católica. Pero su conversión definitiva será en 1921 leyendo la Autobiografía de Santa Teresa de Jesús. Finalmente se bautiza en el año 1922, recibiendo el nombre de Teresa Edwig. Dios o “el Absoluto” llena toda su alma: “Cristo se elevó radiante ante mi mirada; Cristo en el misterio de la Cruz”.

    Hasta 1933 será maestra, conferenciante, traductora y profesora de antropología.

    A sus 42 años, el 15 de abril de 1934, viste el hábito carmelita en el convento de Colonia.

    Pronto la atmósfera en Alemania se complica y ella presagia la suerte que le espera. Quieren salvarla haciendo que huya a Holanda, pero ella no accede, ya que eso implicaría abandonar a su hermana Rosa. El 7 de agosto del año1942, miembros de las SS se presentan en el convento y apresan a ambas para conducirlas al campo de concentración de Auschwitz.

    Después de varios tormentos en la cámara de gas, el 9 de agosto moría la mártir de la Cruz, Sor Bendicta. Edith consuma su vocación en el martirio, entregando su vida por todos, por amor.

    Fue canonizada como mártir en 1998. Luego, en octubre de 1999, fue declarada patrona de Europa junto con Santa Brígida y Santa Catalina.

    Tanto cuando era creyente y practicante judía como cuando se alejó de la fe, y, sobre todo, cuando se convirtió después y abrazó la vida del Carmelo, su espiritualidad se manifiesta, sobre todo, en sus maravillosos y profundos escritos. Estos son los principales: Ser finito y ser eterno, La ciencia de la Cruz, Caminos para el conocimiento de Dios, Teresa de Jesús, El Misterio de Navidad, Las Bodas del cordero, La oración de la Iglesia y Ave Cruz. Sus escritos son de talante muy diverso: filosofía, antropología, psicología, espiritualidad... pero en todos ellos encontramos un denominador común: su preocupación por comprender y clarificar quién es el hombre.

    Edith Stein nos da ejemplo de una vida recorrida con sincera búsqueda de la verdad, con una disposición a oír la voz del Señor aunque haga cambiar el rumbo. Nos enseña también a enamorarnos de la cruz como medio de salvación y a que seamos fieles hasta el final aunque sea con el martirio.

    Oremos
    Señor, Dios de nuestros padres en la fe, infúndenos copiosamente la ciencia de la cruz, con la que enriqueciste de modo admirable a la Beata Teresa Benedicta en la hora del martirio; concédenos, por su intercesión, buscarte sin descanso a ti que eres la suma de la Verdad, y mantener con lealtad hasta la muerte la alianza eterna de amor, sellada con la sangre de tu Hijo para la salvación de todos los hombres. Amén.

    http://www.iglesia.org/santos/item/441-santa-teresa-benedicta-de-la-cruz-edith-stein

    Offline poche

    • Hero Member
    • *****
    • Posts: 16730
    • Reputation: +1218/-4688
    • Gender: Male
    Mujeres que nos inspira
    « Reply #4 on: September 05, 2014, 03:42:27 AM »
  • Thanks!0
  • No Thanks!0
  • «¡Qué fortaleza adquiere el alma en la plegaria! En medio de la tormenta, ¡qué dulce es la calma que la plegaria halla en el corazón de Jesús! Pero... ¿qué consuelo queda para aquéllos que no rezan? ». Estas palabras, escritas por la Madre Teodora Guerin tras sobrevivir una violenta tormenta en alta mar, quizás sean las que mejor ejemplifiquen su vida y su ministerio. Por cierto, la Madre Teodora obtuvo fuerzas en la oración, en su diálogo con Dios, con Jesús y con la Sagrada Virgen María. A lo largo de su vida, la Madre Teodora difundió la oración compartiendo su amor a Dios con gentes de todas partes.

    La Madre Teodora, Ana Teresa Guérin, nació el 2 de octubre de 1798 en la aldea de Etables, Francia. Su devoción a Dios y a la Iglesia Católica Romana se manifestó siendo aún niña. Se le permitió tomar la primera Comunión con apenas diez años de edad y, en esa ocasión, expresó al párroco su intención de algún día tomar los hábitos de monja.

    La pequeña Ana Teresa a menudo buscaba la soledad de las costas rocosas próximas a su hogar, lugar donde dedicaba muchas horas a la meditación, la reflexión y la oración. Fue educada por su madre, Isabel Guerin, que centralizó su enseñanza en la religión y las Escrituras, inspirando así el amor de la niña hacia Dios. Laurencio, padre de Ana Teresa, prestaba servicios en la Armada de Napoleón y a menudo debía permanecer lejos de su hogar por períodos de varios años. Cuando Ana Teresa tenía 15 años de edad, su padre fue asesinado por bandidos mientras retornaba a su hogar para visitar a su familia. La pérdida de su esposo casi abrumó a Isabel y, durante muchos años, la responsabilidad de cuidar de su madre y de su pequeña hermana recayó sobre Ana Teresa, quien además debía atender el hogar y la huerta de la familia.

    A lo largo de esos años de penurias y sacrificios —en realidad, durante toda su vida—, la fe en Dios de la Madre Teodora nunca vaciló, jamás titubeó. En lo más profundo de su alma, sabía que Dios estaba con ella, que siempre estaría con ella, como una compañía constante.

    Ana Teresa tenía casi 25 años de edad cuando ingresó a las Hermanas de la Providencia de Ruillé-sur-Loire, una joven comunidad de religiosas que servían a Dios brindando oportunidades para la educación de los niños y cuidando a pobres, enfermos y moribundos.

    Mientras enseñaba y cuidaba enfermos en Francia, la Madre Teodora, conocida en aquel entonces como Hermana Santa Teodora, fue requerida para encabezar un pequeño grupo misionero de Hermanas de la Providencia en los Estados Unidos. El propósito consistía en establecer un convento, fundar escuelas y compartir el amor a Dios con los pioneros de la Diócesis de Vincennes, en el Estado de Indiana. Piadosa y propensa a la humildad, la Madre Teodora jamás imaginó que era la persona más apropiada para la misión. Su salud era frágil. Durante su noviciado con las Hermanas de la Providencia, había enfermado gravemente. Las medicinas habían aplacado la enfermedad, pero también habían dañado gravemente su sistema digestivo, al punto que durante el resto de su vida sólo pudo consumir alimentos y líquidos suaves y blandos. Su mala condición física se sumaba a sus dudas sobre si aceptar o rechazar la misión. Sin embargo, tras muchas horas de oración y prolongadas consultas con sus superioras, aceptó la misión, temiendo que si no lo hacía, ninguna otra religiosa se atrevería a aventurarse a una región tan agreste para difundir el amor a Dios.




    «¡Qué fortaleza adquiere el alma en la plegaria! En medio de la tormenta, ¡qué dulce es la calma que la plegaria halla en el corazón de Jesús! Pero... ¿qué consuelo queda para aquéllos que no rezan? ». Estas palabras, escritas por la Madre Teodora Guerin tras sobrevivir una violenta tormenta en alta mar, quizás sean las que mejor ejemplifiquen su vida y su ministerio. Por cierto, la Madre Teodora obtuvo fuerzas en la oración, en su diálogo con Dios, con Jesús y con la Sagrada Virgen María. A lo largo de su vida, la Madre Teodora difundió la oración compartiendo su amor a Dios con gentes de todas partes.

    La Madre Teodora, Ana Teresa Guérin, nació el 2 de octubre de 1798 en la aldea de Etables, Francia. Su devoción a Dios y a la Iglesia Católica Romana se manifestó siendo aún niña. Se le permitió tomar la primera Comunión con apenas diez años de edad y, en esa ocasión, expresó al párroco su intención de algún día tomar los hábitos de monja.

    La pequeña Ana Teresa a menudo buscaba la soledad de las costas rocosas próximas a su hogar, lugar donde dedicaba muchas horas a la meditación, la reflexión y la oración. Fue educada por su madre, Isabel Guerin, que centralizó su enseñanza en la religión y las Escrituras, inspirando así el amor de la niña hacia Dios. Laurencio, padre de Ana Teresa, prestaba servicios en la Armada de Napoleón y a menudo debía permanecer lejos de su hogar por períodos de varios años. Cuando Ana Teresa tenía 15 años de edad, su padre fue asesinado por bandidos mientras retornaba a su hogar para visitar a su familia. La pérdida de su esposo casi abrumó a Isabel y, durante muchos años, la responsabilidad de cuidar de su madre y de su pequeña hermana recayó sobre Ana Teresa, quien además debía atender el hogar y la huerta de la familia.

    A lo largo de esos años de penurias y sacrificios —en realidad, durante toda su vida—, la fe en Dios de la Madre Teodora nunca vaciló, jamás titubeó. En lo más profundo de su alma, sabía que Dios estaba con ella, que siempre estaría con ella, como una compañía constante.

    Ana Teresa tenía casi 25 años de edad cuando ingresó a las Hermanas de la Providencia de Ruillé-sur-Loire, una joven comunidad de religiosas que servían a Dios brindando oportunidades para la educación de los niños y cuidando a pobres, enfermos y moribundos.

    Mientras enseñaba y cuidaba enfermos en Francia, la Madre Teodora, conocida en aquel entonces como Hermana Santa Teodora, fue requerida para encabezar un pequeño grupo misionero de Hermanas de la Providencia en los Estados Unidos. El propósito consistía en establecer un convento, fundar escuelas y compartir el amor a Dios con los pioneros de la Diócesis de Vincennes, en el Estado de Indiana. Piadosa y propensa a la humildad, la Madre Teodora jamás imaginó que era la persona más apropiada para la misión. Su salud era frágil. Durante su noviciado con las Hermanas de la Providencia, había enfermado gravemente. Las medicinas habían aplacado la enfermedad, pero también habían dañado gravemente su sistema digestivo, al punto que durante el resto de su vida sólo pudo consumir alimentos y líquidos suaves y blandos. Su mala condición física se sumaba a sus dudas sobre si aceptar o rechazar la misión. Sin embargo, tras muchas horas de oración y prolongadas consultas con sus superioras, aceptó la misión, temiendo que si no lo hacía, ninguna otra religiosa se atrevería a aventurarse a una región tan agreste para difundir el amor a Dios.

    Equipada con poco más que su resuelto deseo de servir a Dios, la Madre Teodora y otras cinco Hermanas de la Providencia arribaron a la sede de su misión en Saint Mary-of-the-Woods, Indiana, la tarde del 22 de octubre de 1840. Inmediatamente apresuraron el paso a lo largo de la angosta y fangosa senda que conducía hacia la pequeña cabaña de troncos que hacía las veces de capilla. Allí, las hermanas se postraron en oración frente al Sagrado Sacramento, para agradecer a Dios el haber culminado su viaje sanas y salvas, y rogarle la bendición de la nueva misión.

    Allí, en esa tierra montañosa cortada por barrancos y densamente arbolada, la Madre Teodora establecería un convento, una escuela y un legado de amor, misericordia y justicia que perdura hasta el presente.

    A través de años de padecimiento y años de paz, la Madre Teodora confió en la Providencia de Dios y en su propia franqueza y su fe para obtener consejo y guía, urgiendo a las Hermanas de la Providencia a «entregarse por entero a las manos de la Providencia ». En sus cartas a Francia, decía: «Pero nuestra esperanza reside en la Providencia de Dios, que nos ha protegido hasta el presente y que, de una u otra manera, proveerá para nuestras necesidades futuras».

    En el otoño de 1840, la misión de Saint Mary-of-the-Woods consistía apenas en una capilla —una diminuta cabaña de troncos que también oficiaba de alojamiento para un sacerdote— y una granja de pequeña estructura donde residían la Madre Teodora, las hermanas francesas y varias postulantes. Al llegar el primer invierno, soplaron fuertes vientos del norte que sacudieron la pequeña granja. Las hermanas a menudo sentían frío y frecuentemente padecían hambre. Pronto convirtieron la galería en una capilla y, en ese humilde convento, hallaron sosiego en la presencia del Sagrado Sacramento. La Madre Teodora solía decir: «Con Jesús, ¿qué podemos temer»?

    Durante sus primeros años en Saint Mary-of-the-Woods, la Madre Teodora debió soportar numerosas peripecias: el prejuicio hacia los católicos, especialmente hacia las religiosas; traiciones; malentendidos; la ruptura de las Congregaciones de Indiana y de Ruillé; un devastador incendio que destruyó una cosecha completa, dejando a las hermanas desprovistas y hambrientas; frecuentes enfermedades mortales. Empero, la hermana perseveró, manifestando que « en todas las cosas y en todo lugar se debe cuмplir el deseo de Dios ». En cartas a sus amistades, la Madre Teodora reconocía sus tribulaciones: «Si alguna vez esta pobre y pequeña comunidad logra asentarse definitivamente, lo hará sobre la Cruz; eso me infunde confianza y me brinda esperanza, aún frente al desamparo».

    Menos de un año después de su llegada a Saint Mary-of-t he- Woods, la Madre Teodora fundó la primera Academia de la Congregación y, en 1842, estableció escuelas en Jasper, Indiana y St. Francisville, Illinois. Al momento de su muerte, el 14 de mayo de 1856, la Madre Teodora ya había abierto escuelas en varias ciudades de toda Indiana y la Congregación de las Hermanas de la Providencia era un institución sólida, viable y respetada. La Madre Teodora siempre atribuyó el crecimiento y el éxito de las Hermanas de la Providencia a Dios y a María, la Madre de Jesús, a quienes dedicó el ministerio de Saint Mary-of-the-Woods.

    La beatitud de la Madre Teodora fue evidente para quienes la conocieron, la cual muchos describieron simplemente como « santidad ». Tenía la rara habilidad de hacer florecer las mejores virtudes en las personas, para permitirles ir más allá de lo que aparentemente era posible. El amor de la Madre Teodora fue una de sus grandes virtudes. Amaba a Dios, al pueblo de Dios, a las Hermanas de la Providencia, a la Iglesia Católica Romana y a las personas a quienes servía. Jamás excluyó a ninguna persona de sus ministerios y oraciones, pues dedicó su vida a ayudar a todos a conocer a Dios y a vivir una vida mejor.

    La Madre Teodora sabía que, por sí sola, nada podía hacer, pero confiaba en que con Dios, todo era posible. Aceptó en su vida numerosos contratiempos, problemas y ocasiones en las que fue tratada injustamente. En medio de la adversidad, la Madre Teodora fue siempre una verdadera mujer de Dios.

    La Madre Teodora falleció dieciséis años después de su llegada a Saint Mary-of-the-Woods. Durante esos años fugaces, acarició una innumerable cantidad de vidas —y aún hoy continúa haciéndolo. El legado que entrega a las generaciones que la suceden, es su vida: un modelo de beatitud, virtud, amor y fe.

    https://www.aciprensa.com/santos/santo.php?id=634